¿Qué factores afectan la microbiota intestinal?

A lo largo de la vida, la composición de nuestra microbiota sigue cambiando y está influenciada por diversos factores, entre los que destacan:

  1. Dieta: Es uno de los factores más importantes. Una alimentación rica en fibra favorece la proliferación de bacterias beneficiosas, mientras que el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados y grasas saturadas puede alterar la microbiota. Las modificaciones en la dieta harán que diferentes nutrientes estén más disponibles, lo que cambiará la dominancia de ciertas bacterias. Por ejemplo, los individuos que consumen más carne en su dieta tienen microbiotas intestinales significativamente diferentes a aquellos con dietas predominantemente basadas en plantas, debido a que ciertas bacterias florecen en la abundancia de proteínas. Por ejemplo, las especies de Bacteroides tienden a dominar en el tracto gastrointestinal de aquellos que consumen proteínas animales, y las especies de Prevotella están asociadas con dietas basadas en plantas.
  2. Uso excesivo de antibióticos: Los antibióticos pueden eliminar tanto bacterias patógenas como beneficiosas, afectando negativamente la diversidad de la microbiota ya que el uso frecuente de antibióticos puede reducir drásticamente la cantidad y diversidad de microorganismos benéficos en el intestino, causando un desequilibrio.
  3. Edad: La microbiota intestinal se forma desde el nacimiento y cambia con la edad. El tipo de parto (natural o cesárea) y la alimentación en la infancia (leche materna o fórmula) pueden influir en la composición inicial de la microbiota. A lo largo de la vida, cambios hormonales, enfermedades y el envejecimiento también afectan su equilibrio.
  4. Estilo de vida y ambiente: El estrés, la falta de sueño y el sedentarismo pueden afectar negativamente la diversidad microbiana. Por otra parte, la actividad física, el contacto con la naturaleza y el sueño reparador pueden influir positivamente en la composición de la microbiota.

 

¿De qué está compuesto la microbiota intestinal?

El intestino humano alberga billones de microorganismos que forman lo que conocemos como microbioma o microbiota intestinal. Este ecosistema de bacterias, virus, hongos y arqueas desempeñan un papel clave en nuestra salud digestiva, nuestro sistema inmunológico e incluso en nuestra predisposición a ciertas enfermedades. La microbiota intestinal está compuesta principalmente por bacterias y en menor medida por hongos, arqueas y virus.

¿Qué bacterias predominan en un intestino sano?

En un intestino saludable, los grupos de bacterias más abundantes pertenecen a dos grandes familias: Firmicutes y Bacteroidetes (representando el 90% de la microbiota intestinal). El filo Firmicutes está compuesto por más de 200 géneros, entre ellos Lactobacillus, Bacillus, Clostridium, Enterococcus y Ruminococcus. Mientras que el filo Bacteroidetes incluye géneros predominantes como Bacteroides y Prevotella.

También hay pequeñas cantidades de otros grupos como Actinobacteria representado principalmente por el género Bifidobacterium y Verrucomicrobia. Un filo bacteriano menos común en intestinos sanos es Proteobacteria, pero su aumento ha sido asociado con diversas enfermedades gastrointestinales.

El equilibrio entre estos grupos bacterianos es fundamental para el bienestar. Se ha sugerido que la proporción Firmicutes:Bacteroidetes podría estar relacionada con la obesidad y los problemas metabólicos, pero los estudios no han llegado a un consenso definitivo.

Por otro lado, algunas especies como Prevotella copri son exclusivas del intestino y raramente se encuentran en otras partes del cuerpo, por lo que pueden considerarse marcadores del microbioma intestinal.

¿Existen bacterias perjudiciales en el intestino sano?

Sí, pero en muy pequeñas cantidades. Menos del 0.1% del microbioma intestinal está compuesto por bacterias que pueden causar enfermedades, como: Campylobacter jejuni, Salmonella enterica, Vibrio cholerae. También existen patógenos oportunistas, es decir, bacterias que no suelen causar daño en personas sanas, pero que pueden volverse problemáticas si el sistema inmunológico está debilitado. Ejemplos incluyen: Bacteroides fragilis (presente en el 16% de las personas sanas), Escherichia coli (presente en el 15% de las personas sanas en cantidades significativas). Un microbioma intestinal sano suele tener un equilibrio adecuado de bacterias beneficiosas y un bajo porcentaje de bacterias patógenas.

La microbiota intestinal se desarrolla durante la infancia. Las especies microbianas que participan en la colonización inicial del tracto digestivo varían según el modo de nacimiento del recién nacido. Tanto el parto vaginal como la cesárea exponen al bebé a diferentes comunidades microbianas. En los nacimientos por parto vaginal, el bebé entra en contacto con la microbiota vaginal materna, lo que influye en la composición inicial de su microbiota intestinal. Específicamente, con bacterias como Lactobacillus, Prevotella y Sneathia. En contraste, los bebés nacidos por cesárea están más influenciados por la microbiota de la piel materna y tienden a desarrollar una microbiota menos diversa, predominante en especies de Staphylococcus, Corynebacterium y Propionibacterium.

Además del modo de nacimiento, el tipo de alimentación en los primeros meses de vida también influye en la microbiota intestinal. La leche materna y la fórmula infantil presentan diferencias en su composición bacteriana, compuestos bioactivos y nutrientes. Por esta razón, las especies del género Bifidobacterium predominan en la microbiota de bebés alimentados con leche materna, mientras que en los bebés alimentados con fórmula son más frecuentes las especies de la familia Enterobacteriaceae.

Es importante destacar que la comunidad microbiana del intestino experimenta numerosos cambios en las primeras etapas del desarrollo del recién nacido, y los efectos de factores intrínsecos y extrínsecos pueden ser temporales y transitorios.

¿Cómo puedo saber que tiene mi microbiota intestinal?

Mediante un test de microbiota intestinal que hace pruebas de ADN de la microbiota. Éste es el método más preciso y confiable disponible, consiste en enviar una muestra de heces a un laboratorio especializado, que analizará el ADN bacteriano para identificar las diferentes especies de bacterias y otros microorganismos presentes en tu intestino.

En Micro-me, te ofrecemos una forma sencilla y cómoda de obtener esta valiosa información. Solo necesitas usar el kit que te enviaremos a casa para recolectar una muestra de heces. Luego, envíala a nuestro laboratorio especializado en Tlaxcala, donde realizaremos el análisis más detallado de tu microbiota intestinal. En solo 3 a 4 semanas, recibirás un informe completo y personalizado con los resultados, para que puedas saber la composición de tu microbiota intestinal. Conocer el estado de tu microbiota intestinal te permitirá tomar decisiones informadas sobre tu dieta y estilo de vida, favoreciendo una salud digestiva y general óptima.

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¿Cuáles son las funciones de la microbiota intestinal?

Hoy sabemos que la microbiota intestinal forma parte de un ecosistema esencial para nuestra salud. Este conjunto de bacterias, hongos, virus, y arqueas convive con nosotros en una relación simbiótica. Un microbioma intestinal saludable es clave para el bienestar general, ya que participa en múltiples funciones fisiológicas, entre ellas:

Digestión y metabolismo: Ayuda a descomponer compuestos complejos como la fibra, produciendo ácidos grasos de cadena corta que benefician la salud intestinal.
Regulación del sistema inmunológico: Mantiene el equilibrio entre la tolerancia a microorganismos beneficiosos y la respuesta contra patógenos, reduciendo el riesgo de enfermedades autoinmunes y alergias.
Síntesis de vitaminas: Algunas bacterias intestinales producen vitaminas del grupo B y K, esenciales para el metabolismo.
Protección contra patógenos: Un microbioma diverso compite con microorganismos dañinos, previniendo infecciones intestinales y enfermedades inflamatorias.
Salud mental y bienestar emocional: Al influir en la producción de neurotransmisores y la regulación del estrés, la microbiota intestinal impacta el estado de ánimo y puede estar relacionado con trastornos como la depresión y la ansiedad.

¿Qué hace la microbiota por nosotros?

  • Fermenta carbohidratos que no pudimos digerir, generando ácidos grasos de cadena corta, que nutren nuestras células intestinales.
  • Ayuda a digerir proteínas y lípidos, generando compuestos bioactivos con funciones hormonales e inmunológicas.
  • Produce vitamina K y vitaminas del complejo B.
  • Transforma polifenoles de alimentos como té, vino y cacao en moléculas activas con funciones antioxidantes, antimicrobianas y metabólicas.
  • Los microbios del intestino pueden transformar xenobióticos (sustancias extrañas para el cuerpo, como medicamentos). Por ejemplo: algunos microbios producen sustancias que bloquean enzimas del hígado, afectando cómo metabolizamos medicamentos como el paracetamol. Otros, como Eggerthella lenta, pueden inactivar medicamentos cardíacos como la digoxina.
  • Tu microbiota también forma parte del escudo protector de tu intestino: en el colon, hay una doble capa de moco que impide que los microbios toquen directamente las células intestinales. En el intestino delgado, donde el moco es más delgado, los microbios ayudan a producir proteínas antimicrobianas (AMPs) como defensinas y catelicidinas, que eliminan microbios dañinos. Algunas bacterias buenas, como los Lactobacillus, acidifican el entorno y fortalecen las defensas del cuerpo contra patógenos.
  • La microbiota intestinal, juega un papel crucial en la regulación del sistema inmunológico. Actúa junto con las células inmunitarias del cuerpo para mantener el equilibrio y garantizar que solo los patógenos sean eliminados, mientras los microorganismos beneficiosos, como las bacterias comensales, son tolerados. La microbiota intestinal es esencial para el desarrollo y la función de estas células inmunitarias. Sin una microbiota saludable, el sistema inmunológico no se desarrolla correctamente. La microbiota intestinal tiene un papel activo en el mantenimiento de nuestro sistema inmunológico, actuando como un “escudo” que, cuando está equilibrado, nos protege de las amenazas sin reaccionar de manera excesiva ante los microorganismos inofensivos.

 

 

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